El sistema digestivo de los niños no es todavía maduro. Es más, los niños son particularmente sensibles a los problemas intestinales, directamente relacionados con el modo de vida moderna y la dieta que imponemos. La alimentación es el principal regulador del tránsito, es fácil entender que en los bebés, cuya dieta consiste sólo en leche, o en los mayores que, aunque variada, con falta de fibra, una dieta desequilibrada o una hidratación insuficiente, puede desencadenar temporalmente ciertos problemas en el equilibrio intestinal: dolor de vientre, hinchazón, deposiciones irregulares... Si bien la mayoría de veces estos problemas son pasajeros y benignos, también es cierto que son incomodos tanto para el niño como los padres. Lo mismo sucede con las náuseas, que especielmente las sufren los niños durante los viajes. De hecho generalmente son debidas a perturbaciones en el centro del equilibrio situado en el oído interno producidos por el movimiento. En los niños, este centro no ha alcanzado todavía su madurez, por lo que el Mal de Transporte es más común.